ADVERTENCIAS

Este BLOG contiene algunas escenas sexualmente explícitas y lenguaje adulto que podría ser considerado ofensivo para algunos lectores (sexo homoerótico) y no es recomendable para menores de edad.

31 mar 2010






Je Ne Regrette Rien
Por Nerissa Leone





Al fin había llegado al lugar acordado, hacia noches que el le había llamado, se le escuchaba acongojado, su hermosa voz parecía haber perdido aquel tono vivido con el que siempre andanza por el mundo y le preocupaba.


Así que Darius decidió asistir aquella gélida noche, finales de invierno, conduciendo hasta llegar a las afueras de Paris, a una mansión que sabia pertenecía a la familia Leone desde hacia mucho.


Entro a ese lugar, siendo atendido por el mayordomo quien  indico que Adrián se encontraba en la sala, y se encamino en aquella dirección.


—Bonjour mon ange — dijo al entrar, encontrándolo hermoso vestido con una camisa azul y sus pantalones oscuros, descalzo, dándole un aire sumamente angelical.
Adrián por su parte esperaba sentado en aquella estancia, con los ojos fijos en el fuego de la chimenea, sintiéndolos adoloridos, después de haber llorado tanto.


Innegablemente es algo en lo que se pasaba haciendo días y noches, desde que Darius se había casado. Llorar, pese a tener el apoyo de su madre y ese amor obsesivo de Jukka.


Levanto el rostro, con el corazón latiendo a mil por hora cuando le escucho hablar.


—Darius — dijo sonriendo, caminando hasta donde el estaba para poder abrazarlo y embriagarse de su aroma.
Este lo abrazo, fuerte contra mi cuerpo, absorbiendo aquel dulce aroma, infantil, tan único, tan de el.


No dijo nada, simplemente permaneció ahí, abrazándolo, disfrutando de su calor, hasta que tuvo la voluntad de alejarlo, de tomar su rostro entre sus manos levantándolo, agachándose para besar sus labios, anhelante, degustándolos.
Adrián, quería llorar nuevamente, aun que no sabría si eso era posible, después de tanto sufrimiento, de tanto dolor.


Levanto el rostro cuando Darius lo tomo con sus frías manos, cerro los ojos, recibiendo aquel beso, aforrándose a eso, sintiendo ese calor que solo podía sentir cuando el lo besaba.


— Ti amo — murmuro sobre los labios ajenos sin separarse, besándolo nuevamente, colgado del cuello de Darius quien a su vez lo tomo por la cintura, acercándolo mas a el.


Escuchar esas palabras le aseguraban Darius, a cada segundo que había hecho mal al dejarlo atrás, en seguir su vida en un intento de encontrar la paz que tanto necesitaba sin ver el mal que le hacia.


— Y yo a ti, mi hermoso vampiro — contesto, besándolo una vez mas, hasta separarse, necesitado de aire, uno que no me hacia falta, y volviendo a abrazar. — Y dime hermoso mío, ¿para que me necesitas?


— Yo, solo quería estar contigo — contesto en voz baja, amortiguada por las ropas de Darius. — Solo quería sentirte cerca, percibir tu aroma, probar tus labios, solo eso.


Confeso, sin apartarse, aforrándose con mas fuerza al cuerpo ajeno, temiendo su enojo, y su partida.


— Espero no te moleste, pero no soporto mi vida sin ti, no puedo.


Darius, guardo silencio, escuchando sus palabras, sus necesidades que se volvían suyas.


— Como negarme a verte — murmuro en respuesta, alejándolo un poco de si para ir a sentarse junto al fuego, en el piso. — Como podría negar que te amo.


Dijo acariciando su bello rostro.




— Yo también deseo besarte, y sentir el calor de tu piel — murmuro acercándose a Adrián para besarle. — He estado soñando con nuestro primer encuentro, la vez que me quede prendido del brillo de tus ojos.
— Si, recuerdo— respondió Adrián sonriendo levemente. — Estaba nervioso por que tenia que darte un mensaje de mi madre y no podía acercarme a ti, me dabas miedo y nervios, tu mirada era la que me ponía así — siguió sonriendo, algo sonrojado ante el recuerdo. —Y nuestro primer beso, algo de lo que no me olvidare nunca.
— Ah, era una bella noche, en el parque central, era invierno, y tu morías de frió, así que te tome entre mis brazos, cubriéndote con mi abrigo y entonces te bese — sonrió —fue un beso muy cortito y romántico.
—Mucho — dijo Adrián pegándose a su cuerpo, abrazándolo, relajado de al fin sentirse completo, después de tantas noches en vela, y de llanto, ahora parecía que nada hubiese pasado. — ¿Puedo pedirte algo?


Pregunto cerrando los ojos, recostándose sobre su pecho.
— Lo que desees — contesto Darius acariciando sus cabellos, cerrando los ojos, mientras me dejaba llevar por el aroma que expedía. — Lo que tu pidas te lo concederé, amor mió.
— Quédate conmigo unos días — pidió mirándole, suplicándole con la mirada. — Solo quiero... quiero imaginar como seria la vida contigo a mi lado, teniéndote solo para mi.


Dijo, sin dejar de mirarle fijamente.


— Te necesito más que nunca en mi vida.
Darius observo fijamente a esos ojos azules tan hechizantes, tan únicos y azules, como el cielo mismo.


— Me quedare — contesto sin pensarlo mucho. —  Unos días, diré que estoy de viaje de negocios, y que no podía traer a Ciaran, ni a Cahetel — dijo — ¿Te parece? Así podremos estar juntos, y fingir que solo existimos tú y yo y nadie más en el mundo, mi ángel.


Propuso Darius antes de besarlo, recostándolo sobre la alfombra, degustando con mas ganas sus labios, su calida boca.


— Te deseo — murmuro sobre su cuello, sintiendo el corazón de Adrián latir acelerado, y escuchando el suyo.


Quería eso, mas que nada,  lo deseaba, deseaba sentirse libre, para amarlo y aun que esto fuese mentira y pese a todo, deseaba estar con el.
Adrián, rodeo con sus brazos el cuello de Darius, besándolo, cerrando los ojos cuando sintió esos labios en su cuello, y esas palabras.


— Te amo.... te amo tanto, te deseo tanto — pidió, aferrado, temblando de anticipación ante las castas caricias de su amante sobre su cuerpo.


Darius en respuesta acariciaba las largas piernas de Adrián, sin dejar de disfrutar del calor que su cuerpo emanaba, de su aroma, de los sonidos que de sus labios escapaban.


Tomándolo en brazos, levantándose de aquel lugar.


—Vamos a tu habitación — murmuro sobre sus labios, caminando en dirección a las escaleras, sintiendo como Adrián se recargaba sobre él, pegando  su rostro al pecho de Darius, escuchando el irregular latido de su corazón.


— Sabes, a veces sueño con nuestra primera vez, cuando me entregue a ti— comento Adrián, sin dejar de escuchar aquel corazón. — También fue muy hermoso, siempre estuviste al pendiente de a que cada momento juntos fuera mágico, incluso aun cuando Andrei intentaba seducirte, te negaste a todo, por mi, por regalarme un bello momento.
— En eso entonces eras todo para mi — confeso Darius —Aun ahora eres muy importante para mi — corrigió, siguiendo con su camino.


— Recuerdo que temblabas como una hoja, asustado, y lloraste incluso antes de que pudiera quitarte la camisa, te veías tan hermoso y tentador, tan hermoso— sonrío besando sus cabellos, hasta que llegaron a su habitación, dejándolo en el piso, para poder abrir la puerta.


Lo tomo nuevamente, entrando al lugar, dejándolo sobre el lecho.
Adrián cerró los ojos, cuando se sintió sobre la mullida cama, sonriéndole, estirando los brazos para tocar su rostro.




— Eres tan perfecto — murmuro levantando el rostro para poder besarlo con calma, jalándolo para sentirlo cerca a el. —Te amo.


Repitió, delicadamente, bajando sus brazos al pecho de Darius, para desabotonar su camisa, sin dejar de sentir las manos ajenas en su cuerpo, sintiendo como estas vagaban por su piel, debajo de su camisa.
Este a su vez, respondía a las caricias besando los labios ajenos, pasando sus manos por la piel que ocultaba debajo de la camisa, disfrutando de ese dulce calor y suavidad.


— Je t'aime mon amour, mon ange, mon beau vampiro— murmuraba Darius sobre sus labios sin parar de besarlo, de amarlo, estremeciéndose al sentir el tacto de sus calidas manos en su pecho, de su piel desnuda contra la propia.


No pudo evitar estremecerse por completo al sentir aquella piel fría pegada a la suya, gimiendo ante el contacto de ambos cuerpos que parecían atraerse mágicamente como un par de poderosos imanes.


— Darius — murmuro aferrando sus dedos al cabello negro de su amante. —Mi Darius— aun estaba con los ojos cerrados, cuando sintió aquella boca vagando de sus labios a su cuello, pasando por su pecho para lamer sus pezones y toda la piel expuesta mientras retiraban sus pantalones.
Darius se dedicaba a recorrer su cuerpo entero, recordando aquellos caminos que llevaban su nombre, su marca, besando aquellos puntos que había descubierto durante tantas noches de pasión, en los que podía escucharlo gemir tal como hacia ahora, solo por el simple contacto de sus labios o sus dedos.


Se deshizo de su estorbosa ropa, dejándolo totalmente desnudo, acariciando sus largas piernas con sus labios, besando la parte interna de sus calidos muslos que aguardaban a ser profanados con besos, con sus dientes que mordían la suave piel, estremeciéndole por completo, sonreía al ver el sonrojo de sus pálidas mejillas, y como su cuerpo se perlaba de un sutil brillo debido al su sudor.


Adrián se retorcía placenteramente, aferrando sus uñas en la colcha, llevándolas a los negros cabellos de Darius.


—Te amo — mordió sus labios hasta sangrarlos, abriéndolos posteriormente para gemir, buscando desfogar aquel placer.


Sintió a Darius trepar sobre su cuerpo, besándolo apasionadamente, aferrando sus largas piernas, sus muslos, sus caderas, poseyéndolo como solo el podía, como solo a el se lo permitiría.


Soltó un largo gemido al sentirlo dentro de si, gritando su nombre, aferrado al cuerpo ajeno que lo poseía.


— Te amo.
Darius por su parte seguía besándolo, degustando el sabor de su adictiva piel, sus labios de fruta fresca, mientras acariciaba su cuerpo.


— Te amo — creyó haber murmurado entre besos mientras se desnudaba rápidamente tomándolo, haciéndolo suyo nuevamente, gimiendo ante la intensidad de sentirse atrapado en aquel calor sofocante de las entrañas de Adrián. —Adrián... mi Adrián...


Jadeaba en cada movimiento, buscando el máximo placer que le provocaba al estar a su lado, al hacerle el amor, una vez mas, quizás la ultima de su larga existencia.
Adrián clavo sus uñas en la espalda de Darius, cuando sintió como la punta de su miembro golpeaba certeramente su próstata, haciéndolo vibrar por completo, arqueando la espalda y soltar gemidos mucho mas audible.


Correspondió a cada embestida, sin dejar de besarle, mordiendo los labios, bebiendo unas cuantas gotas de su sangre, desencadenando así las convulsiones que lo llevaron al orgasmo, cegando sus ojos de un brillo magnifico, y su cuerpo de mil choques eléctricos mientras se corría entre ambos cuerpos, gimiendo el nombre de Darius.


Darius lo tomo con fuerza entre sus brazos, jadeando de placer al sentir el cuerpo de Adrián convulsionándose, oprimiendo sus entrañas contra su pene que palpitaba, provocándole aquel latigazo de placer en la espina dorsal, dejándole ciego un instante mientras se derramaba dentro de él, llenándolo, amándolo, besándolo salvajemente.


—Te amo — repetía, pues solo con él esas palabras adquirían otro significado, con él dolían al punto de la muerte misma. — Mi Adrián.


Lo estrecho fuerte contra si, saliendo con calma de su cuerpo, dejando que su simiente manchara los muslos de Adrián y las sabanas, permaneciendo así a su lado, deleitándose de su aroma, y de la magnifica visión de su rostro después de haber sufrido un orgasmo, imposiblemente hermoso, angelical.
Adrián lloraba, ante el inevitable hecho de que tarde o temprano Darius lo dejaría, que como siempre, esperaría a que el durmiera para desaparecer y dejarle con la sensación de que todo aquello había sido solo un sueño, el mas bello y realista de sus sueños.


— No me dejes, por favor— suplicaba con voz trémula, sin dejar de sollozar. — Quédate conmigo, quédate hasta que yo haya muerto, solo eso — pedía, aforrándose al frió cuerpo de Darius. — Solo espera ha que haya cerrado mis ojos para siempre, déjame que seas tu lo ultimo que vea antes de morir.


Pidió mirándolo fijamente, con los ojos llenos de lágrimas que ardían al paso de su blanca piel, como si fuera acido puro.


— Déjame morir entre tus brazos.
Sus palabras dolían en el pecho de Darius como si fuese clavando dagas, una a una en medio de este. 
Morir, esa era una opción excesivamente desesperada, aun que él entendía, pues al parecer pensaba lo mismo, ya se lo había dicho, quería que Adrián fuese lo ultimo que sus oscuros ojos vieran antes de morir.


—Adrián, por favor — pidió, abrazándolo, tratando de desechar tal idea de su cabeza, buscando alternativas que quizás no sirvieran de mucho. — Te amo, mi ángel, mi hermoso vampiro — le decía, sin dejar de acariciar su espalda, sus cabellos, en un banal intento por tranquilizarlo.
Se separo de Darius al no escuchar respuesta alguna, no la que él deseaba,  aun con los ojos anegados en lagrimas, se levanto de la cama, exponiendo así su total desnudes ante ojos de Darius, tomo solo la camisa de este, poniéndosela, la cual le quedaba exageradamente grande debido a que siempre había tenido un cuerpo mas pequeño, y delgado.


Se acerco al tocador tomando del cajón una pequeña caja de plata, se acerco nuevamente al lecho, sentándose a un lado de Darius, abriéndola, dejando ver el contenido de la cajita, un pequeño frasco con lo que aparentaba ser sangre.


— Esta es la única forma en que puedo escapar de tanto dolor — murmuro, dejando caer nuevas lágrimas que caían con gracia manchando tan perfecto rostro de amargura.
Darius vio, como indiferentemente aun con la mirada gacha Adrián se separaba de él, dejando que se deleitara con la divina visión de su cuerpo desnudo, aun que después lo cubrió con su camisa, tomando algo de su tocador para volver a mi con una caja de plata de donde saco un frasco lleno de sangre.


— ¿Que es esto? — Pregunto entupidamente pues sabia la respuesta, sabia que el único veneno que podría destruirnos era la sangre de un lycan puro y quizás eso era lo que contenía el dichoso frasco. 


Tomo las  pálidas manos de Adrián entre las suyas, besándolas, mirándole fijamente dolorosamente enamorado de él, de su fastuosa belleza que podría herir al mas insensible ser.


— ¿Crees que esta sea la única solución? — pregunte, aun que no estaba seguro de si mismo, de sus respuestas, ni de las suyas, solo quería estar con él, amarlo, sin que nada mas en el mundo importara, pero no era así, jamás seria así, no mientras él se mantuviera atado a esa vida llena de mentiras.
— No puedo vivir así — Adrián murmuro su respuesta, separando sus manos de las de Darius. — No puedo vivir sabiendo que cada día y cada noche la pasaras a su lado, que él es tu marido y yo solo seré parte de tu pasado y quizás solo tu amante.


Se mordió el labio inferior, volviendo el rostro hacia un lado, ya no quería seguir llorando, pero le era imposible de hacer.


— Se que no los vas a dejar, y mucho menos a tu hija, y entiendo, yo alguna vez sentí aquel calor, aquella bonita sensación de ser padre, pero lo arruine todo, y él y Alexa están muertos — siguió dando sus razones. — No me queda nada, no hay nada realmente importante para mi además de ti que pueda retenerme en este mundo, no quiero vivir si soy la sombra de Ciaran, si tengo que ocultar todo el amor que siento por ti y fingir que minimamente quiero a Jukka, no quiero, no puedo.


Se agacho totalmente haciéndose un ovillo sobre la cama a un lado de Darius, sin dejar de llorar de lamentarse tanto dolor, tantas culpas.


Darius se agacho sobre él, abrazándolo, pensando claramente que su relación, era totalmente imposible, por las malas decisiones de ambos, sus mutuos rencores, y la sombra de sus pasados y presentes que siempre estarían ahí.


Tomo su rostro entre sus manos, limpiando las lágrimas con sus labios, recogiéndolas.


— Solo déjame hacer algo mas — indicó Darius  antes de besar su pequeña boca de botón de rosa. — Y seguiré la línea que marca nuestros destinos.


Afirmo, separándose de él, vistiéndose con solo su pantalón, caminando hasta estar frente al tocador, tomando pluma y papel para escribir, rápidas palabras, rápidas disculpas, y todos los sentimientos descargados en papel. Después de haber escrito lo pertinente doblo las hojas, poniendo nombre a cada una de ellas, y tomo su celular, llamando a su hermana, quien se haría cargo de cuidar lo más preciado que tenia después de Adrián.




— Cuídala, solo eso.... seguro....— murmuraba sus respuestas. — Adiós.... te quiero... a Orestes también...— colgó, antes de marcar a otro numero regreso al lado de Adrián, sentándose en la orilla del lecho, dejando que su cabeza descansara sobre su regazo, como si fuera un dócil gato.


—Cahetel....  Perdóname por no cumplir mis promesas, perdóname por lo que haré, juro que intente por todos los medios olvidar todo, pero las heridas son demasiado profundas y me iban desangrando lentamente, perdóname, solo recuerda que te amare siempre y que pese a todo y donde este, te seguiré cuidando, así como tus tíos, ellos cuidaran ahora de ti y te darán todo el cariño que necesitas, solo no me odies y sigue con tu vida, se feliz, mi bella princesita. Te amo.


Fue un mensaje rápido, antes de tomar el aparato y romperlo, dejando caer los restos sobre el piso. Volvió el rostro a Adrián, sonriéndole, confidente de su propia tragedia.


—Te amo— murmuro sobre sus labios.
Adrián escucho cada palabra, sin saber que hacer o decir, deseando que él fuese feliz, pese a su propia felicidad.


— Soy egoísta al hacerte esto — murmuro abrazándolo. — Deberías irte, deberías ir con tu familia y ser feliz, ya lo eras y yo... yo solo vine a arruinarte todo.


Dijo, aferrado al pecho desnudo de Darius, quien simplemente respondió con voz seca.


— Ya estaba muerto— murmuro. — En el mismo instante que cometí el error de abandonarte, en el instante que Andrei borro de mi todos mis recuerdos una vez, morí — dijo, tomando el rostro de Adrián nuevamente entre sus manos. — Esta es la única forma que puedo cerrar para siempre las heridas, en que puedo pagar todos los errores y daños que provoque a cada persona a la que me atreví a dañar, conciente o inconscientemente. Lo hago por nosotros, por este amor que nos rebasa, que nos envenena, y nos mata lentamente.


Seguía murmurando, mientras quitaba de manos de Adrián la botella, abriéndola.


— Darius — esta vez fue el turno de Adrián. — Perdóname — pidió, quitándole la botella. — Le pedí esto a tu hermana — dijo. — Es sangre de lycan combinada con veneno de la sangre de animales — comento. — Darius, de verdad, no es necesario que hagas esto conmigo, solo... solo déjame morir entre tus brazos, y vete... por favor.


— No lo haré — refuto Darius mirándolo fijamente. — No voy a seguir sin ti a mi lado — bajo la mirada a sus manos, donde sostenía temblorosamente la botella. — Me he dado cuenta que no concebiría mi existencia sin ti, sin saber que vives en algún sitio del planeta, por mas alejado que sea, y que podría encontrarte, no puedo, simplemente es inverosímil.


Dijo besándole nuevamente.


— Este es nuestro destino, trágico, romántico, como una obra de Shakespeare— sonrió tristemente. — O una canción de HIM — comento besando sus labios, su frente, estrechándolo entre sus brazos, susurrando una canción mientras me acomodaba en medio del lecho...


This world is a cruel place
and we're here only to lose
so before life tears us apart let
death bless me with you


Won't you die tonight for love
Baby join me in death


Cantaba a su oído, mientras tomaba la botella de veneno en su mano, bebiendo de un trago la mitad de este, aforrándose a su cuerpo, antes de entregárselo a él.
Adrián abrió los ojos mas cuando vio que Darius daba el primer trago a la botella, para después entregársela, su corazón pareció querer salir de su cuerpo sin embargo, tomo la botella, levantando una mano para acariciar su rostro, antes de beber hasta dejar vacía la botella.


— Como Romeo y Julieta — sonrió tiernamente recargado sobre el pecho de Darius.     — Siempre dije que terminaríamos así, y que seria tu Julieta inmortal — cerro los ojos, debido al dolor que provocaba en el los efectos del veneno, respirando profundo, los volvió a abrir, mirando la augusta esfinge de su amado, que sonreía cándidamente.


— Y ser tu eterno Romeo, recitando poemas al pie de tu balcón — respondió Darius, antes de besarlo, despacio, apretándolo contra el, sin querer olvidar o dejar de sentir aquellos calidos labios, a los que entregaba su ultimo beso. — Y con este último beso muero...


Murmuro, observando como Adrián sonreía pese al dolor y derramaba ligeras lagrimas de lo que parecía felicidad, antes de cerrar los ojos eternamente, brindándole a el la paz necesaria para abandonar el mundo. 


Quedando Adrián inerte entre los brazos del ser al que había amado tanto o mas que a su propia existencia, y Darius, simplemente se dejo llevar por la paz que le brindaba el haber cumplido el deseo de verse reflejado una ultima vez en los brillantes ojos de su único verdadero amor, el amor de toda su eternidad.


Y entonces no hubo mas dolor, mas llanto, y el silencio perpetuo reino en la habitación, dejando solo a dos amantes abrazados, durmiendo y amándose por siempre…. 


Eternamente.





FIN



Nerissa Leone
México D.F.
05 de marzo de 2010
19:44 p.m.





28 mar 2010

Morte Perfecta



«Morte Perfecta»

Por Nerissa Leone

Tome de tus labios 
el veneno que arranco de mi ser 
el alma que nunca me perteneció.

Y morí en tus brazos
mi absoluto y siniestro maestro.

Y bebí de tu aliento perverso
de nueva vida
solitaria y eterna,
desconocida, aterradoramente
magnifica.

Y te perdí en el tiempo infinito
de eternas estrellas frívolas
guías de mi existencia,
amas de la pérfida noche
que me recuerda el vació
profundo de mi ser.